Publicación de la Coordinadora de Organizaciones y Movimientos Populares de Argentina / Nro. 0 / Bachilleratos populares - Aportando a la construcción de la escuela pública popular
El sistema educativo (en todos sus niveles) se encuentra en una profunda crisis, luego de las políticas aplicadas en las últimas décadas y sobre todo a partir de las políticas neoliberales de los años '90. En este sentido tiende a aumentar y profundizar la exclusión de los sujetos jóvenes y adultos, reproduciendo la marginación al negar la posibilidad de acceder a un derecho como es la Educación.
Este panorama refiere al fenómeno de discriminación e injusticia social de nuestra sociedad actual; no se trata de una cuestión de déficit individual sino de exclusión social y represión. Otra expresión de estas políticas en el sistema educativo es el achicamiento del presupuesto en la educación pública y su correspondiente aumento de presupuesto en la educación privada. Este vaciamiento de la educación pública va a expresarse también en el avance sobre los derechos laborales del/la trabajador/a docente, la falta de presupuesto para infraestructura y mantenimiento de los espacios así como la sub-ejecución de las partidas que -aunque insuficientes- han sido aprobadas. La agudización de estas políticas ha llevado al límite de tolerancia del campo popular expresado en las luchas docentes por sus reivindicaciones gremiales, las del movimiento estudiantil (universitario, terciario y secundario) a través de la toma de los establecimientos y las calles.
La experiencia de los Bachilleratos Populares se inscribe dentro de esta lucha y es parte de un proceso en el que organizaciones populares, desde espacios sociales diversos, comienzan a tomar en sus manos el trabajo, la vivienda, la alimentación, la salud, entre otros temas, sin dejar de reclamar al estado el efectivo cumplimiento de lo que son derechos fundamentales. No se trata de mera reacción, pues las organizaciones populares han demostrado la capacidad para combinar las estrategias defensivas y hasta de supervivencia con propuestas políticas contrahegemónicas y transformadoras.
Es en este marco en el que pensamos la escuela, esta escuela pública popular, como organización social: espacio de permanente relación entre docentes, estudiantes y graduados en un estar siendo que los compromete, en una construcción que no se agota en el hecho educativo, aunque lo tiene por fundamento. Se trata de la construcción por la transformación de lo que existe desde la organización popular -el sindicato, el barrio...- allí donde el protagonismo les era mezquinado a los trabajadores y vecinos.
Es la escuela protagonizada por el conjunto de los/las que viven de su trabajo para producir y reproducir bienes, servicios, objetos, discursos, signos dentro de la lógica del capital. Es la escuela que, partiendo de la lucha por el derecho a la educación como bien social, propone una tarea en la que los sujetos involucrados traspasan los límites del derecho en los marcos de lo que existe para proyectar lo que todavía no existe y que será construcción colectiva, popular y organizada.
Los Bachilleratos Populares son escuelas públicas y populares que al interpelar al Estado y plantear su responsabilidad con el sostenimiento de la escuela pública, no lo hacen definiéndose como escuelas autonomizadas o "no estatales ", sino como escuelas en tensión y disputa con la hegemonía y, por tanto y como parte de ello, con el Estado como relación social de dominación que garantiza la reproducción de las relaciones capitalistas.
Sostenemos el principio de la autogestión como fundamental en la caracterización de la escuela pública popular en un doble sentido. Como definición política apunta al protagonismo de las organizaciones populares en la gestión de sus propios espacios educativos. Como principio pedagógico apunta a una escuela donde la calidad "...deberá ser medida no sólo por la cantidad de contenidos transmitidos y asimilados, sino igualmente por la solidaridad de clase que haya construido".
Colocamos en el Estado la responsabilidad de garantizar la acreditación y los recursos económicos para el desarrollo de estos espacios educativos y de la educación pública en general.
Nos consideramos trabajadores/as de la educación, y es fundamental sostener el principio de clase y de solidaridad con la luchas de todos los compañeros del conjunto de la educación y los trabajadores en general. Esta opción pone en el centro la dimensión política de la educación y a la docente como hacedor/a de la historia, que participa activamente en los procesos de lucha por una transformación social, que garantice justicia social y el legítimo derecho a la educación de todas las personas que habitan el territorio, en la firme convicción que nadie es libre si los otros no lo son.
Como trabajadores de la educación entendemos que los sindicatos han sido y son herramientas legítimas de la clase trabajadora. Como además somos parte del campo de la educación popular, reivindicamos lo más rico de la tradición sindical: las experiencias que, desde diversas perspectivas ideológicas, pensaron a los sindicatos como espacios de formación de sujetos capaces de asumir un papel protagónico en la lucha por la transformación del sistema capitalista y sus instituciones.
Es por eso que entendemos que la educación y nuestras praxis educativas deben trascender nuestra propia experiencia y ser un mecanismo fundamental para la articulación con las organizaciones sociales, sindicales y populares que se propongan debatir y construir nuevas relaciones sociales.
Nuestras escuelas están constituidas en movimientos sociales, en espacios donde hay una reivindicación, por definición, de las necesidades de los objetivos colectivos. Concebimos a la educación en términos de continuidad con el territorio y las organizaciones que actúan en él, para lograr la construcción de poder popular.
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